jueves, 18 de octubre de 2018
CAPITULO 82
El tiempo para Pedro se acababa, y superar el reto que le habían impuesto se le hacía cada vez más complicado. A cada minuto que pasaba, Paula y él parecían alejarse más en vez de acercarse y, mientras anteriormente algunos habían observado desde lejos a esa pareja, realizando algunas apuestas sobre sus aventuras y queriendo interponerse entre ellos sólo para ganar unos cuantos dólares más, ahora todos ellos sentían lástima por su separación.
Cada vez que se encontraba con Pedro, Paula dudaba si acercarse a él o no, como si no tuviera claro cuáles eran los verdaderos sentimientos de Pedro, a pesar de que éste los hubiera gritado en múltiples ocasiones. Y Pedro, por su parte, eludía a Paula, ya que, aunque el anillo que había adornado la mano de ella durante unos días había desaparecido, a él todavía le quedaba un amargo recuerdo del momento en que lo vio por primera vez, y muchas dudas sobre cuál sería la elección definitiva de Paula cuando todo acabase.
El corazón de Pedro se había roto ante la vista de esa joya que él no había puesto en el dedo de la mujer que amaba, y los cotilleos que circulaban solamente sirvieron para agriar más su carácter y hacer que la risa del rebelde Paula desapareciera por completo de su alegre rostro.
Cuando todos se preguntaban por qué seguía allí, a pesar de haber sido rechazado, el famoso anillo desapareció por completo, pero la distancia que éste había establecido entre la pareja seguía presente entre ellos.
Nadie en aquel pueblo de cotillas sabía lo que había ocurrido en realidad con ese compromiso, si se trató simplemente de una farsa o si en algún momento fue algo verdadero. Sólo tuvieron por segura una cosa: que mientras el joven Alfonso permaneciera en Whiterlande, Paula no se fijaría en otro hombre; así como que mientras Paula estuviera en el pueblo, Pedro también seguiría allí, esperando…
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