domingo, 7 de octubre de 2018
CAPITULO 44
Llevaba un mes comportándome como un perfecto niño bueno, a pesar de haber querido salir corriendo de esas espantosas clases en las que los profesores me la tenían jurada. Siempre tenía que cumplir algún estúpido castigo que no me merecía y, así como en otra época mis profesores solamente habrían podido observar mi trasero mientras me alejaba, ignorando por completo sus sermones y reprimendas, ahora me resistía a no finalizar mis estudios, porque esa rubita me había retado, y en parte también porque Paula me había hecho ver lo idiota que
era al no enfrentarme a mi futuro tan decididamente como lo hacía con ella para tenerla a mi lado.
Estaba cumpliendo todo lo que había prometido antes de recibir el beso de Paula, aunque hacerlo fuera mortalmente aburrido. Y lo peor de todo era que, mientras yo intentaba llevar a cabo mi promesa, ella me ignoraba en cada ocasión que podía, acercándose cada vez más a mi primo y a su aburrida y bien planificada vida, así que pensé que era hora de perturbar una vez más a esa rubita para que se diera cuenta de que yo seguía allí y de que por más que lo intentara nunca podría ignorarme.
Mientras pensaba con qué maliciosa ocurrencia podía escandalizarla, me percaté con sorpresa de que algunos de mis compañeros miraban una de esas revistas de chicas, supongo que con la idea de ver alguna porción de cuerpo femenino desnudo, o al menos en lencería. Qué pervertidos… Tal vez, si no se quedaban tontos después de ver tantos anuncios de fajas reductoras, medias de abuela y pestañas postizas, podría decidirme a pasarles alguna de las revistas que guardaba debajo de mi cama.
—¡Dios! ¿En serio llevan esto debajo de la ropa? —exclamó uno de mis compañeros, llamando mi atención.
No tardé ni un segundo en acercarme a ellos y, tras ver un anuncio de una hermosa modelo con un sugerente sujetador de fina tela trasparente y unas pequeñas braguitas de encaje negro con ligueros a juego, no dudé ni un instante sobre a quién le quedaría perfecto ese conjunto.
—¿Dónde consigo esto? —les pregunté a los otros, arrancando la revista de sus manos.
—Si te refieres a la mujer, dudo que te resulte sencillo conseguir una como ella —manifestó uno de esos imbéciles, sin saber que ya había tenido en mi cama a unas cuantas chicas como ésa, cosa que, por otra parte, en esos momentos no era lo que me interesaba.
—No, la mujer ya la tengo, me refiero a esta ropa —aclaré, golpeando la página de la revista donde anunciaban esa nueva lencería que no tardaría en hacerse famosa, sobre todo entre los varones.
—No lo sé, tío. Yo sólo miro esa revista por las modelos.
Suspirando con frustración, me llevé la revista conmigo a pesar de las protestas de mis compañeros y, mientras salía de clase, decidí que el siguiente paso para conquistar a Paula era lograr que se deshiciera de esas horrendas fajas y conseguirle uno de esos escuetos conjuntos.
Pero a quién pretendía engañar… en verdad esa escasa vestimenta era para mi exclusivo disfrute, pensaba maliciosamente, mientras decidía cuál de las escandalosas y cuestionables compañías que en ocasiones rondaba podrían ayudarme con mi problema.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario