miércoles, 17 de octubre de 2018
CAPITULO 79
Decidido a mostrarle a Paula alguno de mis avances y a confesarle el motivo por el que no había ido a verla en todo ese tiempo, así como también para refregarle por las narices a Tomas Chaves algunos de mis logros, me dirigí hacia
su casa. Antes de llegar, aparqué mi ruidosa motocicleta en las proximidades,
para que no me delatara su estruendo, que provocaría que me impidieran ver a la
única chica por la que siempre lo arriesgaría todo.
Suponiendo que a esas horas Paula se encontraría en su cuarto, me dirigí hacia el árbol próximo a su ventana, pero antes de llegar hasta él, observé a una pareja paseando por el jardín.
Me escondí entre las sombras y permanecí alejado de ellos hasta que presencié algo que me enfureció. Ante mí se desarrollaba la escena que había estado viendo durante todo el verano: Paula vestía unas perfectas ropas de niña buena y paseaba junto a un hombre de aspecto decente, muy parecido a Santiago.
Preguntándome una vez más por qué no podía ser yo ese hombre al que ella elegía para acompañarla por su jardín en un cordial paseo, apreté los puños con fuerza, mientras me cuestionaba si esa mujer se decidiría a elegirme alguna vez o si solamente me veía como un juego, cuando ya hacía mucho tiempo que ella había dejado de ser eso para mí.
Mirando los documentos que tenía entre mis manos, pensé que, aunque pudiera parecer que estaba más cerca de ganar la apuesta, en verdad cada vez me alejaba más de ello, porque, para mí, el requisito más importante de los apuntados en la pizarra de Zoe siempre sería que Paula me eligiera, y eso era algo que al parecer se me resistía.
Quise interrumpir a la bonita pareja y escandalizarlos un poco, pero detuve mis pasos cuando observé que Paula sólo le mostraba una de sus falsas sonrisas a su acompañante, lo que me revelaba sin ninguna duda que estaba mortalmente aburrida con ese sujeto.
Al ver que utilizaba una excusa absurda para abandonarlo cuando él se acercó demasiado, aplaudí su inventiva. Pero después no sonreí tanto al ser testigo del amable beso en la mejilla con el que Paula se despidió del joven, lo que permitió a ese apocado sujeto albergar alguna esperanza.
Deseando que ese individuo se marchara cuanto antes para subir a la habitación de Paula, permanecí escondido contemplando cómo él suspiraba tristemente por la mujer que no se atrevía a perseguir. Pero entre esos patéticos suspiros vi que ese tipo, del que yo pensaba que carecía de valor para ir detrás de la mujer que le interesaba, sacaba de su bolsillo un anillo de compromiso que admiró tan sólo para darse ánimos en su intento de conseguir a la mujer que amaba.
Molesto por el nuevo obstáculo que el señor Chaves había puesto en mi camino para dificultarme aún más ganar nuestra apuesta, me dirigí hacia ese hombre, dispuesto a espantarlo.
Pero cuando apenas había comenzado a dar un
paso hacia el desprevenido individuo, una fuerte mano agarró mi hombro y me impidió avanzar.
—Sin trampas. Que sea Paula quien decida —indicó el señor Chaves, mientras lucía una complacida sonrisa en su rostro, sabiendo que con su jugada me estaba haciendo sudar como nunca lo había hecho antes.
—Ella nunca aceptará ese anillo —dije, totalmente convencido, apostando de nuevo por la única mujer en la que había depositado toda mi confianza.
—Entonces no tienes de qué preocuparte, ¿verdad? —preguntó el señor Chaves, mostrándome una maliciosa sonrisa con la que se burlaba de mí.
A continuación, el muy maldito permitió que su penoso invitado se alejase por el jardín, soñando con un prometedor futuro junto a Paula, que no le pertenecía, y se colocó junto al árbol que daba a la ventana de su hija sin añadir una palabra, desafiándome con la mirada a que intentara volver a acercarme a ella sin haber cumplido antes con todos sus requerimientos.
La pequeña victoria que podía haber conseguido ese día quedó sepultada por la imposibilidad de ver a Paula, así que decidí marcharme de ese lugar en el que no era bienvenido. Y, mientras lo hacía, no podía dejar de pensar qué ocurriría conmigo si Paula apostaba por otro hombre, a pesar de que yo lo hubiera dado todo por ella.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario